sobre
Blanca Doménech.
Biografía.
Aunque desde muy pequeña el teatro formó parte de mi vida, mi formación como dramaturga comenzó en la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid, siendo alumna de autores como Juan Mayorga y Luis Landero. Completé mis estudios junto a José Sanchis Sinisterra, Jordi Galcerán y Ernesto Caballero, entre otros. Las obras que han marcado mi evolución, creando un punto de giro en mi carrera: Vagamundos (donde desarrollé mi concepto de surrealismo y reflejé el mundo insular, consecuencia de mi estancia en Menorca), La musa (inspirada por mi obra breve La zona, escrita en el Obrador de la Sala Beckett de Barcelona), Punto muerto (que abrió mi trabajo a nuevas formas de entender la dramaturgia, dirigiéndose hacia el teatro político), Boomerang (que me aportó una visión mucho más profunda y técnica en conexión con el equipo y la escena) y Brain (escrita en Nueva York). He participado en proyectos desarrollados en colaboración con otros artistas como Theatre Uncut, Pioneras, Ocupa Madrid, Calderón Cadáver, Mapa de recuerdos de Madrid o ¿Qué se esconde tras la puerta? También los viajes han sido clave para el desarrollo de mi escritura: París, Menorca, Londres, Buenos Aires y Nueva York.
Escritura.
Mis primeras obras (Eco, Pies de gato, Vagamundos, La zona y La musa) siguieron un proceso de creación inspirado en algunas técnicas del surrealismo. Un concepto planteado desde la propia construcción de la historia: un viaje sin ruta prefijada, en el que la escritura se convierte en un dictado del pensamiento con la mínima intervención posible de la razón. Un ejercicio de confianza en la propia historia y en los recursos que manejas como autor, dejando que se activen desde un lado más intuitivo e irracional. Los elementos más dispares convergen imprevisiblemente y la escritura adquiere múltiples significados. A partir del año 2011, con mi implicación en Theatre Uncut, mi proceso de creación cambió radicalmente. Obras como Punto muerto, El mal de la piedra, Trámite, Boomerang o Brain fueron precedidas por largos procesos de documentación y estructuración. Todas ellas tratan temas propios de la sociedad del Siglo XXI, con una tendencia hacia el teatro político. No existe una intención partidista, más allá que la de lanzar preguntas incómodas al espectador. Actualmente combino estas dos formas de escritura con la búsqueda de otras estructuras más experimentales.