Llego al teatro desde otra profesión. Estudié psicología e hice un máster en terapia narrativa. La psicología es de momento la que paga mis facturas. Ejerzo como psicólogo no obstante escribo en cada rato que tengo libre o que reservo deliberadamente para ello. Siempre me ha apasionado el guión de cine y la escritura. Contar historias. En la universidad hice teatro amateur y pasados los años -en Madrid, donde resido desde hace doce- retomé la experiencia formando parte de un colectivo autogestionario en el que actuaba y para el que escribía pequeñas obras. El teatro me ha permitido encontrar la estructura en la que me siento cómodo como "narrador" para hablar de lo que me apetece, denunciar, cuestionar, reflexionar. He hecho algunos cursos de escritura y clínica de obra con Alberto Conejero o María Velasco y también he colaborado con medios digitales -El Hedonista- y blogs -Revista PopUp Teatro- haciendo crítica teatral. En la actualidad gestiono -junto a otro socio, Julio Fernández Peláez- una pequeña editorial de teatro -ediciones invasoras- y sigo escribiendo pues, lo reconozco, -como diría Lacan-, es mi mayor goce.
Escritura.
Lector de teatro -en paralelo a autor- me nutro de lo que leo, de la música que escucho, de un fogonazo a propósito de una noticia en internet. Disfruto elaborando tramas en las que haya elementos filosóficos de tal modo que esté más o menos revelado en la historia. Creo en historias que denuncian, en el activismo por medio de la palabra, de la escena. Me gusta tratar con los antihéroes; (a veces sí, misántropo, lo confieso) tiendo a escribir sobre la venganza, el miedo a la muerte, la pareja, la soledad, la violencia. En mis obras suelo trabajar con el simbolismo, con las metáforas como vertebradoras. Me declaro fan absoluto de Eugene O`Neill, Edward Albee, David Mamet y Don Delillo. Mi estilo es a menudo cinematográfico: escribo "viendo" escenas que deben ser unidas mentalmente y adoro crear diálogos. No entiendo una dramaturgia que no te empuje a pensar, a cuestionar. Mi momento preferido para escribir es la madrugada y, ah, sí aún me ocurre que suelo partir de un final para elaborar el resto de la trama. Creo que al margen de la música y viajar, no hay nada que me apasione más que escribir teatro.