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Javier G. Yagüe

Director de la Sala Cuarta Pared.

universo #02

«El texto es un punto de partida
y un punto de llegada.»

Javier G. Yagüe es cofundador y actual director de la Sala Cuarta Pared, espacio cuya trayectoria la ha convertido en una de las salas alternativas más prestigiosas dentro del circuito teatral madrileño y español. Enrique Bazo, verano de 2016.

La Sala Cuarta Pared es reconocida por ser un espacio comprometido con la dramaturgia contemporánea, apostando desde sus inicios por descubrir el trabajo de nuevos autoras y autores, primando la investigación y el riesgo. Precisamente, fruto de esa filosofía nacen los laboratorios ETC: ¿cómo surgieron? ¿Cómo funcionan? ¿Qué frutos crees que están dando en la actualidad?
 
El interés de la sala Cuarta Pared sobre la dramaturgia contemporánea es inicial y marca una línea y un marco que tiene que ver con que, cuando empezábamos, había mucho teatro clásico en todos los sitios; estamos hablando de hace casi treinta años, pero el teatro contemporáneo no estaba presente de una manera habitual. Y además los dramaturgos jóvenes, emergentes, tenían muchas dificultades para que su trabajo se viese. Pensar que un dramaturgo que tuviese una trayectoria no muy larga estuviese en cualquier proyecto del CDN o de cualquier institución similar, como puede ocurrir ahora, era absolutamente impensable.
 
A nosotros nos interesó conectar con nuestra generación, por un lado eso implicaba contar cosas que tuviesen que ver con la actualidad de ese momento desde un lenguaje que tuviese que ver con esa misma actualidad, cuando digo actualidad me estoy refiriendo a que en ese momento fuesen contemporáneas, y desde ahí empezamos a trabajar. ETC, que surge bastante tiempo después, es cuando ya nosotros percibimos que hay una dinámica en la propia sala que exige reformular y empezar a probar cosas en otro sitio que luego pudiesen tener cabida en la propia sala, pero desde la idea de que el espacio de investigación es uno y el de la exhibición es otro. A veces, cuando esos espacios se confunden, quien sufre es el espectador, porque se están mostrando como exhibición cosas que están en periodo de prueba, de exploración, de investigación… Nosotros pensábamos que esos dos espacios, el de investigación y el de exhibición, tienen que ser comunicantes; no se hace investigación porque sí, se hace para que luego, cuando algo es interesante, funciona, pueda salir a tener su encuentro con el público, pero son dos espacios diferentes. ETC surge de esto, el proyecto era muy ambicioso, poco a poco hemos hecho cosas porque los recursos económicos llegan hasta donde llegan… pero lo importante es que es un proyecto que incorpora trabajo con actores, directores y dramaturgos. Las relaciones entre ellos, con otras disciplinas artísticas, relaciones generacionales también era importante: porque antes solía haber compartimentos muy estancos en los que autores jóvenes tenían dificultades para trabajar con actores mayores, dramaturgos mayores tenían dificultad para trabajar o encontrarse con dramaturgos jóvenes y nosotros queríamos que fuese una confluencia generacional: poder vincular esos territorios estancos, de gente que incluso trabajaba en un teatro más institucional o comercial con gente que trabajaba con otro teatro más de investigación y poder ver qué pasaba con esas interrelaciones.
 
En cuanto al tema de los frutos yo creo que la sala como tal desde que empezó ha influido mucho en que el teatro contemporáneo sea algo habitual hoy día en la vida teatral madrileña. Simplemente comparando cómo estaba en aquél momento y cómo se demostró aquí que el teatro contemporáneo podía llegar al gran público, que era la gran cuestión en ese momento. Que un autor que no se llamase Shakespeare o Valle Inclán podía tener un público amplio en la cartelera madrileña. Eso antes era una dificultad, y yo creo que en ese sentido fuimos pioneros como sala, que podíamos tener espectáculos que llenaban con gente que era absolutamente desconocida. En ese sentido ya con la sala ocurrió tanto con José Ramón Fernández, con Yolanda Pallín, con otra gente de esa generación y posteriormente a través de ETC. Nosotros no hemos "creado" evidentemente a nadie, los autores están ahí, pero sí hemos hecho apuestas que afortunadamente luego han tenido recorrido; en ese sentido yo creo que Borja Ortíz de Gondra, que es el asesor artístico y que entre los dos vamos tomando decisiones respecto a ETC, tiene muy buen ojo y acierta mucho. Borja es dramaturgo, yo soy dramaturgo pero más director y de la gente que ha pasado por ETC casi ninguno tenía una trayectoria previa muy importante, algunos sí, algunos ya habían ganado algún premio, publicado… Pero digamos que lo que es presencia en la cartelera, en el acceso al público real, no tenían mucho y yo creo que afortunadamente han ido teniendo después por sus propios méritos, no porque lo que nosotros hayamos hecho. Y sí es verdad que, de alguna manera, dramaturgos que han pasado por ETC les ha servido como aval para acceder a otros sitios, es decir, que desde otras instituciones han visto que han trabajado con nosotros y han confiado en nuestro ojo a la hora de ver que eran autores interesantes.
 
Como director, tu línea de trabajo también refleja mucho esa mentalidad de la escritura colaborativa no solo desde el binomio autor-director, sino también del "trinomio" autor-director-actores. ¿Cómo surgió esa forma de afrontar la creación? ¿Qué crees que aporta, tanto al escritor como al proceso?
 
Mi relación con el teatro siempre ha sido más desde la práctica escénica que desde la literatura teatral. Yo empecé viendo teatro y he visto mucho más teatro que leído. Mi concepción del teatro tiene que ver con que el teatro es lo que sucede en el escenario y en el encuentro con el público, donde el texto es un punto de partida y un punto de llegada: de partida porque estimula la creación y luego, desde esa creación hay una vuelta a un texto que recoge toda la experiencia escénica durante el proceso de ensayos. Yo al principio quería contar determinadas cosas y, como hacen todos los directores, iba leyendo y encontrando cosas que coincidían con lo que quería hacer. Pero como a mí me interesaba mucho contar determinadas cosas no siempre encuentras el texto que responde exactamente a lo que buscas. Entonces empecé a trabajar con los dramaturgos y con los actores, con los que ya trabajaba anteriormente, así que sabía la capacidad que tienen de hacer vivo un texto.

¿Qué ocurrió? Que cuando empezábamos a trabajar con los dramaturgos a partir de determinados materiales para generar un texto, al pasar todo por el filtro de los actores y por su estímulo, todo eso revertía en el trabajo de los dramaturgos, porque ellos también aportaban cosas, tenían una visión complementaria a la que estaba en el propio texto. Eso que fue algo que fuimos descubriendo en el proceso de Las manos y entendí que así era como quería trabajar. A partir de ahí siempre he trabajado de esta manera con nuestra compañía, es la mecánica de trabajo que nos interesa aquí, donde el texto cobra su vigencia real en el escenario y a su vez los actores estimulan a los autores de nuevo con una serie de propuestas, descubrimientos que para el propio autor le hace ver de otra manera su texto. Todo esto se ha trasladado a los laboratorios de ETC porque siempre, al final de cada laboratorio hay una muestra escénica, que permite incluir a los actores en el proceso para que los autores puedan ver cómo funcionan sus textos. Incluso hay muchos laboratorios de ETC que son conjuntos, es decir, que están convocados autores, directores y actores desde el inicio, como es el caso de los laboratorios de la serie Universos (que de hecho vamos a convocar otro para la próxima temporada) para participar colectivamente en el proceso de creación.
 
Tu posición al frente de la Sala Cuarta Pared te da una visión global de la situación teatral en nuestro país. ¿Qué opinas del actual panorama autoral en cuanto a voces, estilos, planteamientos, retos…?
 
Creo que afortunadamente desde las propias escuelas de teatro están fomentando que los autores no escriban aislados en su casa, sino que colaboren con un director, con un actor… Esta dinámica colaborativa se establece desde el principio. Para mí el gran cambio de cuando yo empezaba a hacer teatro a ahora tiene que ver con esto. Ya aquí, cuando abrimos, la gente que empezaba a estrenar eran los pioneros de esa dinámica: en Micomicón trabajaba Laila Ripoll con su compañía, con Mariano Llorente (también director y dramaturgo); Yolanda Pallín trabajaba con Eduardo Vasco, eran el origen de su propia compañía; Teatro Meridional con Julio Salvatierra escribiendo en la compañía con Álvaro Lavín… Era algo que aquí nosotros recogimos de esas primeras experiencias que se estaban dando entonces y esa dinámica se ha ido repitiendo. Afortunadamente también se ha ido perdiendo cierto dogmatismo en cuanto al "teatro que había que hacer"; ahora mismo hay una posición de aceptación que "el teatro es lo que se hace", no lo que se debe hacer. En aquél momento todavía habían unas líneas que decían "éste es el teatro que hay que hacer"… pero ese debate sobre qué es o no es teatro ya es un debate obsoleto, porque los propios dramaturgos han ido demostrando que el teatro es muy variado, que puede haber muchas posibilidades de escritura estilísticamente diferentes y ahora mismo hay un montón de gente escribiendo de muy diferentes maneras. Yo siempre digo que a mí me interesa al teatro no para ver siempre lo mismo, sino para sorprenderme y probar cosas nuevas. En ese sentido me parece un lujo que uno pueda ver propuestas tan diferentes en la escena hoy en día.
 
¿Qué te parece la iniciativa Contexto Teatral? ¿Crees que se puede convertir en una valiosa herramienta tanto para profesionales como para aficionados al teatro?
 
Seguramente los más mayores recordarán la librería "La Avispa", que era un sitio donde uno cuando estaba empezando a estudiar teatro iba, preguntaba y le decían "mira, ¿te interesa este tipo de teatro? Pues llévate esto y léetelo". Incluso cuestiones más pragmáticas, tú les preguntabas "¿tenéis una obra para dos actores o un monólogo de…?". Y entonces ellos te decían "Pues llévate esto". Esa labor que hacían entonces ellos, después desapareció y la idea de crear incluso un buscador en ETC tenía que ver con eso, con ofrecer un sitio que recoja lecturas para que alguien las pueda encontrar. Yo creo que la iniciativa de Contexto Teatral está muy bien porque es muy difícil saber quién está escribiendo hoy día, quién tiene textos publicados, quién no los tiene publicados pero pueden estar al acceso de cualquiera que quiera leerlos. Creo que es un buen medio para encontrar todo esto: hacer la labor que antes se hacía en las librerías pero en el plano virtual y con la accesibilidad que todo ello representa. Creo que para los propios dramaturgos es un lujo tener un sitio donde decir "he escrito este texto, no está publicado, pero puede llegar a cualquier sitio". Ya no es como cuando terminabas un texto y lo enviabas como un mensaje en una botella.
 
Una última cosa a propósito de Contexto Teatral. El objetivo del portal es ir creciendo poco a poco e impulsar otras iniciativas y líneas de trabajo entre los autores. ¿Cómo crees que podríamos introducir a los directores y su labor en Contexto Teatral?
 
Quizá la mayor dificultad y donde está siempre la diferencia entre hacer un trabajo, un laboratorio por ejemplo, o un taller con autores solamente a hacerlo ya con directores y actores, es que el director trabaja con el hecho escénico en sí y puede haber laboratorios o talleres de dramaturgia que pueden estar solo en el papel, es mucho más económico; los directores también pueden hacer un trabajo de mesa, pero digamos que el director es el que coordina un proceso escénico en sí mismo. Yo recuerdo que había un profesor de guión en mi facultad cuando yo estudiaba cine, que decía: "lo bueno de nuestro trabajo es que con una hoja de papel podemos crear lo que queramos, y luego ya, cuando entra el productor, está en otro terreno". Y es verdad que es una diferencia fundamental; ahora, yo creo que, siguiendo lo que decíamos antes, iniciativas que tiendan a poner el vínculo directores-autores son fundamentales, pero seguramente en cuanto se intenta crear ese vínculo, el siguiente paso ya tiene que ver con los actores, implicarles y hacer experiencias de ese estilo del que hablábamos antes: de ver qué pasa escénicamente con determinados textos, estilos, propuestas. Todo eso ya implica salir de la página web y pasar de lo virtual a lo real; pero creo que son iniciativas que con el paso del tiempo van a surgir naturalmente.