sobre
Arturo Echavarren.
Biografía.
Al principio fueron las letras. Ya desde niño me gustaba escribir relatos y obras teatrales. En los tiempos del instituto, me apunté al Taller de Teatro y fui seducido por el drama. Naturalmente, la carrera de Filología Hispánica parecía una elección lógica. Disfruté con el encuentro de clásicos y modernos y desarrollé una pasión por la Lengua y la Literatura que nunca dejará de arder. Durante muchos años tuve la fortuna de ser director y actor del grupo de teatro clásico Koribantes. Desde entonces me acompañan Lope, Tirso y Calderón dondequiera que vaya. La carrera de Filología Clásica, esta vez en Salamanca, me permitió saludar a los bisabuelos del teatro occidental y tomar con ellos algún café en la Plaza Mayor. Desde entonces he simultaneado la investigación literaria, en centros como la UCM o el CSIC, con la creación dramática. Paralelamente, me formé como actor en el maravilloso mundo de la commedia dell'arte, en Pamplona, Alcalá de Henares y Venecia. ¡Cuánto teatro tiene la máscara! Pero concluyo. La lectura detenida de los mejores autores de la Literatura Universal ha sido y sigue siendo para mí escuela dramatúrgica de altos vuelos y patio de recreo cordobés y con fuente.
Escritura.
«Mi dramaturgia está influida principalmente por los clásicos, desde Sófocles hasta Beckett, pasando por Lope, Shakespeare y Valle Inclán. En mis textos dramáticos aúno modernidad y tradición, como, salvando las distancias, hicieron los poetas de la Generación del 27, que miraron hacia atrás para caminar hacia delante. Mucho me han influido Quevedo, Neruda, Salinas y Lorca, que escribió, porque pudo y supo hacerlo, "las brisas de largos remos golpeaban los cenicientos cristales de Broadway". Mi preocupación dramática se orienta hacia lo trascendente, lo universal, lo literario (la Literatura se alza entre nosotros y el abismo) y lo cultural. Mis textos se envuelven en mantos cómicos y surrealistas. No tengo ninguna vinculación política, porque la única revolución que puede prosperar y que impedirá que nos exterminemos elegantamente dentro de cien años es la revolución de la conciencia. La literatura es un vehículo privilegiado para ello, como el diálogo lo fue para Platón y, más o menos por las mismas fechas, para Buda. Rubrico la sentencia de García Márquez: "El deber de un escritor, el deber revolucionario, si se quiere, es escribir bien". Todo lo demás acudirá en avalancha.» (Arturo Echavarren).
«My playwriting style is primarily influenced by the classics, ranging from Sophocles and Beckett to Lope de Vega, Shakespeare and Valle Inclán. My theatrical texts combine modernity and tradition, just like the poets of the Generation of ‘27 - with all due respect to the obvious differences - who looked backwards in order to take steps forwards. I’ve been influenced greatly by Quevedo, Neruda, Salinas and Lorca, who wrote - because he could and because he knew how to - “the breezes of great oars hit the ash-coloured glass of Broadway”. I am more dramatically inclined towards the transcendental, the universal, the literary (literature hangs between us and the abyss) and the cultural. My texts are wrapped up in comical and surreal blankets. I have no political affiliation, because I feel that the only revolution that can prosper, and the only one that might prevent ourselves from elegantly exterminating ourselves over the next hundred years, is the revolution of conscience. Literature is a great vehicle for this, just as dialogue proved to be for Plato, and at more or less the same time, for Buddha. I’ll sign off with this sentence by Gabriel García Márquez: “The writer's duty - his revolutionary duty, if you like - is to write well”. Everything else will come in a landslide.» (Arturo Echavarren).