Julia, Ana, Roberto y Marcos son amigos desde la época del colegio. Eso, sin embargo, ha quedado bastante atrás. Ya han cruzado la barrera de los cuarenta y se ven cada vez menos. Un día Roberto los cita para darles una gran noticia que cambiará sus vidas para siempre. Eso sí, para que eso suceda, ha de pedirles un favor que pondrá en juego los principios morales de los cuatro.
Notas. / Notes on the piece.
El favor es una comedia sobre las mentiras permanentes con las que convivimos en nuestra sociedad. Pero no es una obra amarga, porque estas mentiras forman parte de nuestra vida, las normalizamos, las aceptamos, incluso nos agradan. En cierta medida es dulce. Y, desde luego, ácida. El favor habla de muchos temas: la amistad, la culpa y, sobre todo, la corrupción, esa corrupción cotidiana que nos acompaña siempre y de la que todos formamos parte. Siempre pareciendo que se habla de otra cosa. Porque el teatro es, también, una gran mentira.
Comencé mi carrera como dramaturgo en el año 2012. Ese año escribí mi primer texto dramático que tuve la fortuna de que fuera premiado y publicado. Desde entonces, he seguido escribiendo teatro con la asiduidad de las peores y mejores adicciones. Debido a que mi formación era en narrativa y guion, durante tiempo tuve la sensación de que cuando escribía teatro estaba adentrándome en una casa a la que no había sido invitado. Solo el paso de los años, las publicaciones y representaciones han conseguido mitigar, que no aplacar, esta sensación de impostura. Sigo trabajando en ello.
Escritura. / Style.
En mis obras suele haber exactamente lo contrario de lo que me propongo. Es como si una fuerza primigenia que emanara del propio texto lo llevara allá por donde desea al margen de mis intenciones. He escrito dramas disfrazados de comedia y comedias que solo se sustentaban en el andamiaje del drama. En mis obras más críticas hay una aparente sensación de superficialidad y en los textos más livianos el lector o espectador descubre al final que el lodo le llega por las rodillas. Esa tensión, esa contradicción, está en mi dramaturgia, la sensación perenne de tratar de escapar de mis obsesiones, de tratar de borrar mis propias huellas en cada nueva obra y terminar, casi siempre, en el mismo lugar en el que comencé porque acabo haciendo exactamente lo contrario de lo que me propongo... como en este texto.