sobre / about
Álvaro Octavio Moliner.
Biografía. / Biography.
Primero, la casualidad. Después, la literatura. Un niño que va a la biblioteca municipal y deja que la suerte le guíe, toma un libro cualquiera y descube que alguien lo ha etiquetado erróneamente. Lo lee sin interrupción, como si fuese lo único que existe, ¿qué queda después de leer Molloy de Beckett? El hambre se vuelve insaciable, deja un agujero en el estómago imposible de tapar. Cuando todo está perdido, en el cine de verano, un piano y la luz parpadeante de Intolerancia de Griffith, ¿así que esto es el cine? Comienzo a trabajar en cualquier cosa para pagarme la carrera y 5 años después, soy licenciado en Comunicación Audiovisual. La casualidad es mi aliada, por eso voy a la filmoteca a ciegas. Una noche, llego a la sala y una señora (la hermana de Tarkovski) está presentando Zerkalo con lágrimas de gratitud, ante una audiencia de diez personas. ¿Y ahora? Madrid, un año de Teoría de la literatura en la Complutense y el ardor del teatro, que como un reflujo, se apodera poco a poco de mí. Me formo como actor amateur en cursos universitarios y estudio Dirección de escena en la Escuela de Arte Dramático de Valencia. Conozco a Pablo Corral, primer maestro después de haber pisado cinco universidades. Él nos inculca la responsabilidad de continuar con la labor que habían emprendido los grandes pioneros del teatro en el siglo XX, con la disciplina de un creyente y con la humildad de un profesor de escuela. Y en ese cruce de caminos sigo, a la espera de otra gran revelación.
Escritura. / Style.
«De adolescente imitaba cada historia que caía en mis manos, desde Drácula hasta el Anábasis, pasando por Así habló Zaratustra. A veces ni siquiera entendía lo que leía pero luego hacía mi propia versión, cambiando nombres y lugares, simplemente escribía lo que me gustaría leer. Cada nuevo paso podía ser peligroso, iba abriendo puertas, alguna de ellas podían conducirme a un abismo. Creo que una de mis mayores fortunas fue encontrar un itinerario que moldeó mi propia escritura. A mis relatos se le fueron cayendo las descripciones y los adornos, se convirtieron en pasillos estrechos y oscuros, llenos de resonancias y reverberaciones. No sabía qué me estaba sucediendo, lo único que tenía claro es que era tedioso e imposible volver a lo no esencial, arriesgándome a que nadie pudiera comprender nada de lo que escribía. Con el tiempo encontré en esa senda a algunos aliados ya difuntos: Beckett, Artaud, Kantor o a algunos recientes como Susanne Kennedy o los Castellucci. Al igual que con el lenguaje cinematográfico, el teatro se fue distanciando para mí de la literatura, la palabra es solo un soporte (a veces innecesario) para que surja la escena. Y la escena es el lugar donde lo vivo se une con lo muerto y, durante unos minutos, se convierten en la misma cosa.» (Álvaro Octavio Moliner).