Año 2066. Personas y robots de apariencia humana conviven en la sociedad. Olivia y Mason creían que jamás volverían a ver a su amigo John Rappaport después del accidente de tráfico que casi acaba con su vida. En las últimas semanas, ni siquiera habían tenido noticias de Cindy, la mujer de John, y la casa de los Rappaport, la última de Belingen, en Nel Valley, lleva tiempo cerrada a cal y canto. Por eso les sorprendió tanto, días atrás, la llamada de Cindy para invitarles a cenar juntos… los cuatro.
Notas. / Notes on the piece.
El término "valle inquietante" (uncanny valley) fue creado por el profesor Masahiro Mori en 1970, como una metáfora para explicar la curva de las reacciones humanas en el campo de la robótica. La teoría explica que una figura artificial puede hacerse más familiar a los espectadores otorgándole una apariencia humana, pero sólo hasta cierto punto. Eso explicaría que nos agraden los muñecos de peluche, los “clicks” de Playmobil o el robot de Cortocircuito, pero que en un determinado momento, las reproducciones muy parecidas a los humanos pero no idénticas, como los muñecos de cera o ciertas animaciones, nos generen rechazo. Esta obra analiza imagina el mundo en un futuro cercano, cómo se verán alteradas las relaciones humanas por los cambios en la tecnología y si la evolución de la inteligencia artificial llegará hasta el punto de que se borre la línea que separa a los humanos de los robots.
Comencé mi carrera como dramaturgo en el año 2012. Ese año escribí mi primer texto dramático que tuve la fortuna de que fuera premiado y publicado. Desde entonces, he seguido escribiendo teatro con la asiduidad de las peores y mejores adicciones. Debido a que mi formación era en narrativa y guion, durante tiempo tuve la sensación de que cuando escribía teatro estaba adentrándome en una casa a la que no había sido invitado. Solo el paso de los años, las publicaciones y representaciones han conseguido mitigar, que no aplacar, esta sensación de impostura. Sigo trabajando en ello.
Escritura. / Style.
En mis obras suele haber exactamente lo contrario de lo que me propongo. Es como si una fuerza primigenia que emanara del propio texto lo llevara allá por donde desea al margen de mis intenciones. He escrito dramas disfrazados de comedia y comedias que solo se sustentaban en el andamiaje del drama. En mis obras más críticas hay una aparente sensación de superficialidad y en los textos más livianos el lector o espectador descubre al final que el lodo le llega por las rodillas. Esa tensión, esa contradicción, está en mi dramaturgia, la sensación perenne de tratar de escapar de mis obsesiones, de tratar de borrar mis propias huellas en cada nueva obra y terminar, casi siempre, en el mismo lugar en el que comencé porque acabo haciendo exactamente lo contrario de lo que me propongo... como en este texto.