Marcos y Ana llegan a su nueva casa en Helsinki, ciudad en la que ella, científica que no ha encontrado oportunidades en España, ha sido contratada en un grupo de investigación de talla internacional. Marcos, su pareja, un periodista que siempre ha ido de acá para allá en trabajos discretos, considera que puede ser la oportunidad para dedicarse a esa novela que nunca ha tenido tiempo de escribir. La ilusión del comienzo, no exenta de dudas por lo que dejan atrás, comienza poco a poco a tambalearse y entre ellos empieza a cundir en ocasiones el desánimos, otras veces la desconfianza. Pasan los meses, los años, aumentan el frío y la soledad y han de aferrarse al amor como única salida al desconcierto en el que viven. Pero quizás el amor no sea suficiente.
Notas. / Notes on the piece.
Helsinki trata de una pareja que se descompone, se hiela, se fragmenta, se rompe. Es una historia de amor, o mejor dicho, una historia del amor. ¿Puede con todo el amor? Me hice esta pregunta hace ya algunos años y fruto de ella resultó mi obra Roma, en la que una pareja había de convivir en la misma casa aun cuando habían dejado de quererse. Helsinki, la segunda obra de una trilogía en la que las ciudades se convierten en epítomes de las historias que quiero contar, narra también cómo una pareja que se exilia para encontrar el futuro que aquí se les negó se va deshaciendo poco a poco, agavillado cada uno en sí mismo para protegerse del frío exterior, de la gelidez de una sociedad que los ha expulsado a sus confines. Helsinki es una reflexión sobre cómo las crisis económicas, culturales y éticas de nuestra sociedad podían penetrar la esfera privada e incluso íntima y demoler hasta el amor de una pareja que creyó poder quererse siempre.
Comencé mi carrera como dramaturgo en el año 2012. Ese año escribí mi primer texto dramático que tuve la fortuna de que fuera premiado y publicado. Desde entonces, he seguido escribiendo teatro con la asiduidad de las peores y mejores adicciones. Debido a que mi formación era en narrativa y guion, durante tiempo tuve la sensación de que cuando escribía teatro estaba adentrándome en una casa a la que no había sido invitado. Solo el paso de los años, las publicaciones y representaciones han conseguido mitigar, que no aplacar, esta sensación de impostura. Sigo trabajando en ello.
Escritura. / Style.
En mis obras suele haber exactamente lo contrario de lo que me propongo. Es como si una fuerza primigenia que emanara del propio texto lo llevara allá por donde desea al margen de mis intenciones. He escrito dramas disfrazados de comedia y comedias que solo se sustentaban en el andamiaje del drama. En mis obras más críticas hay una aparente sensación de superficialidad y en los textos más livianos el lector o espectador descubre al final que el lodo le llega por las rodillas. Esa tensión, esa contradicción, está en mi dramaturgia, la sensación perenne de tratar de escapar de mis obsesiones, de tratar de borrar mis propias huellas en cada nueva obra y terminar, casi siempre, en el mismo lugar en el que comencé porque acabo haciendo exactamente lo contrario de lo que me propongo... como en este texto.