Madrid. Una noche de invierno. Elvira y Julio salen del cine, como tantas otras veces los últimos años, y se dirigen a casa de Susana y Ricardo. Hablan sobre la película, el frío, las calles de Madrid. Han cumplido los cincuenta. El tiempo pasa, pero la ciudad los ampara con sus librerías, sus teatros, sus cafés, sus recuerdos. Sin embargo, sus amigos les esperan con una noticia bomba: han decidido irse a vivir al campo. ¿Por qué? Quizás porque la ciudad ha cambiado o quizás han sido ellos, o todo a la vez. Elvira y Julio tratarán por todos los medios de hacerles entrar en razón... aunque mientras lo intentan ellos mismos verán que los cimientos de la estabilidad en su vida también comienzan a tambalearse.
Notas. / Notes on the piece.
La pandemia puso nuestras vidas del revés. Todos nos planteamos qué hacer en el futuro y dónde hacerlo. Muchos decidieron que su lugar era el campo, lejos de pisos pequeños, del ambiente asfixiante de las ciudades. Otros saben que su lugar está entre semáforos, atascos, restaurantes repletos y ruido por todos lados. La oportunidad es una reflexión en clave de comedia sobre estos puntos de giro que en un momento determinado concebimos para nuestra y también una mirada sarcástica al ambiente cultureta en el que muchos nos movemos y en el que un autor de cine polaco o un escritor de culto del que ni su familia ha oído hablar nos parece más importante que quienes nos rodean.
Comencé mi carrera como dramaturgo en el año 2012. Ese año escribí mi primer texto dramático que tuve la fortuna de que fuera premiado y publicado. Desde entonces, he seguido escribiendo teatro con la asiduidad de las peores y mejores adicciones. Debido a que mi formación era en narrativa y guion, durante tiempo tuve la sensación de que cuando escribía teatro estaba adentrándome en una casa a la que no había sido invitado. Solo el paso de los años, las publicaciones y representaciones han conseguido mitigar, que no aplacar, esta sensación de impostura. Sigo trabajando en ello.
Escritura. / Style.
En mis obras suele haber exactamente lo contrario de lo que me propongo. Es como si una fuerza primigenia que emanara del propio texto lo llevara allá por donde desea al margen de mis intenciones. He escrito dramas disfrazados de comedia y comedias que solo se sustentaban en el andamiaje del drama. En mis obras más críticas hay una aparente sensación de superficialidad y en los textos más livianos el lector o espectador descubre al final que el lodo le llega por las rodillas. Esa tensión, esa contradicción, está en mi dramaturgia, la sensación perenne de tratar de escapar de mis obsesiones, de tratar de borrar mis propias huellas en cada nueva obra y terminar, casi siempre, en el mismo lugar en el que comencé porque acabo haciendo exactamente lo contrario de lo que me propongo... como en este texto.