Mario es el actor de moda en España. Martina es su pareja. Regresan de uno de los eventos a los que él tiene que acudir día sí y día también y él le cuenta que está planteándose retirarse del "ojo público". Ella se alegra, la fama está afectando en exceso a su relación. Mientras charlan, y beben, Mario es acusado en redes sociales de haber acosado a alguien en el pasado. A esa acusación inicial se suman otras en apenas minutos y su vida da un vuelco radical. Incluso Martina comienza a mirarlo de otra manera.
Notas. / Notes on the piece.
Esta obra es una reflexión sobre cómo las redes sociales pueden ejercer un poder avasallador sobre la imagen pública de una persona que puede verse sometido al escrutinio social por una acusación desde el anonimato. Aunque la obra oscila entre el drama y la comedia, se impone sobre todo como objetivo la reflexión sobre la influencia de las redes en nuestras vidas hasta el punto de que los juicios sumarios se celebran ahí en lugar de en los tribunales con consecuencias en muchos casos fatales para los "presuntos culpables".
Comencé mi carrera como dramaturgo en el año 2012. Ese año escribí mi primer texto dramático que tuve la fortuna de que fuera premiado y publicado. Desde entonces, he seguido escribiendo teatro con la asiduidad de las peores y mejores adicciones. Debido a que mi formación era en narrativa y guion, durante tiempo tuve la sensación de que cuando escribía teatro estaba adentrándome en una casa a la que no había sido invitado. Solo el paso de los años, las publicaciones y representaciones han conseguido mitigar, que no aplacar, esta sensación de impostura. Sigo trabajando en ello.
Escritura. / Style.
En mis obras suele haber exactamente lo contrario de lo que me propongo. Es como si una fuerza primigenia que emanara del propio texto lo llevara allá por donde desea al margen de mis intenciones. He escrito dramas disfrazados de comedia y comedias que solo se sustentaban en el andamiaje del drama. En mis obras más críticas hay una aparente sensación de superficialidad y en los textos más livianos el lector o espectador descubre al final que el lodo le llega por las rodillas. Esa tensión, esa contradicción, está en mi dramaturgia, la sensación perenne de tratar de escapar de mis obsesiones, de tratar de borrar mis propias huellas en cada nueva obra y terminar, casi siempre, en el mismo lugar en el que comencé porque acabo haciendo exactamente lo contrario de lo que me propongo... como en este texto.