universo #04
«Si el sistema educativo no apoya el teatro,
este terminará siendo marginal y endogámico.»
Me reúno una tórrida mañana de agosto con Fernando Bercebal, director de colecciones de Ñaque Editora y pedagogo teatral. Por azar (o no), esta conversación se produce el cuatro de agosto. Ñaque cumple 21 años. Eva Redondo, verano de 2016.
Felicidades.
Gracias. 21 años. ¿Quién me lo iba a decir? Yo empecé en este negocio por pura necesidad. Llevaba años dedicándome a la formación y a la pedagogía teatral y me costaba muchísimo encontrar bibliografía teórica en castellano, por lo que decidí traducir y editar algún manual e, incluso, me atreví a publicar Drama, un estadio intermedio entre juego y teatro. El objetivo era compartir mi experiencia con todo aquel que pudiera estar interesado en el teatro como herramienta educativa y de crecimiento personal.
Por lo tanto, la teoría teatral es un pilar importante para Ñaque…
Así es. De hecho, si nos mantuviéramos fieles a los objetivos iniciales de la editorial, por cada texto dramático que publicamos, editaríamos tres sobre técnica teatral; sin embargo, uno evoluciona y la realidad es que nos llegan muchas más obras dramáticas que manuales teóricos.
¿Crees entonces que son "buenos tiempos" para la dramaturgia?
Sin duda la escritura de textos teatrales ha experimentado cambios muy positivos en los últimos años. Creo que los autores, digamos "no consagrados", pueden acceder más fácilmente a los circuitos profesionales, hecho que contribuye a enriquecer el panorama cultural.
¿Hay algo que te llame la atención de la escritura contemporánea? ¿Algo que percibas como característico?
En líneas generales, diría que son textos imprevisibles en el mejor sentido de la palabra. A uno le cuesta cada vez más anticipar lo que va a suceder. Son textos más descarados, valientes y urgentes con la realidad que vivimos. Eso sí: debo decir que echo de menos la comedia. Cada vez me resulta más difícil encontrar humor en los textos que nos llegan.
¿A qué crees que se debe?
Mmmmmmm. A veces es la propia profesión quien parece rechazar la comedia. Al menos así era hace unos años. Es como si el teatro tuviera que ser serio en el sentido más estricto de la palabra, como si el humor no pudiera ir de la mano de la crítica y la reivindicación.
¿Qué dirías que ha mejorado y qué ha empeorado en el mundo de la editorial teatral en los últimos 20 años?
Sin duda, la mayor mejora ha venido de la mano de la tecnología. Los programas de maquetación han avanzado mucho en los últimos años y resulta menos costoso el trabajo. El ebook también ha contribuido a hacer más accesible la lectura, aunque debo decir que la gente sigue prefiriendo el libro. Antes de que me lo preguntes te diré que sí: el libro va a sobrevivir al ebook, como el teatro sobrevivió al cine y la radio a la televisión. Volviendo al tema de las mejoras y los retrocesos, detecto una clara involución en el apoyo institucional a la lectura teatral. Los distintos gobiernos parecen esforzarse (más bien poco) por apoyar campañas que animen a la lectura; se me viene a la cabeza, por ejemplo, la campaña que inició la Comunidad para promocionar la lectura en el transporte público. Ninguno de los fragmentos que pueden leerse en la red de transportes es teatral. Éste es un ejemplo más bien anecdótico. Lo verdaderamente preocupante es que el teatro cada vez tenga menos peso en el sistema educativo. Afortunadamente, son muchos los profesores que a diario se esfuerzan por que sus alumnos aprecien y valoren el teatro como expresión cultural, pero es una lucha solitaria y extenuante. Si el sistema educativo no apoya el teatro, éste terminará siendo marginal y endogámico.
Con este panorama… ¿Cómo ves el futuro de una editorial como Ñaque?
Nosotros somos un poco como esos profesores de los que te hablaba antes. Sobrevivimos sin apoyo institucional alguno. A pesar de ello, aquí seguimos 21 años después con más de trescientos títulos. Eso sí: debo decir que es el momento de que alguien nos dé el relevo.
¿Qué me dices?
Si algo me ha enseñado el teatro es el valor de lo efímero. Yo entiendo que nuestra aventura editorial está llegando a su fin. No es una cuestión económica ni de negocio, es una cuestión personal. La pedagogía y la formación en creatividad me reclaman cada vez más horas y como no tengo el don de la ubicuidad… Creo que Ñaque merece mucho más tiempo del que ahora mismo puedo dedicarle, así que si alguien se anima a coger el testigo y continuar con esta maravillosa andadura…
¿Me acabas de guiñar un ojo?
No, es que se me ha metido una pestaña.
(Reímos).