sobre
Fernando Campaña.
Biografía.
Llego al teatro tardíamente, luego de haberme graduado en Ciencias Biológicas y ejercer la profesión con razonable eficacia. Esa era mi vida hasta que una vez, allá a comienzos de los 2000 y sólo por complacer a una dama díscola, me senté en una butaca del Tetro San Martín de Buenos Aires para ver Copenhague, de Michael Frayn. Decir que salí transformado puede sonar a lugar común, pero no encuentro mejor manera de decirlo. Por fin las sirenas habían cantado para mí. Quiso el destino asegurarse de que mis oídos permanecieran destapados cuando, luego de un par de intentos fallidos, puso en mi camino a mi Maestro, Marcelo Bertuccio. Dramaturgo, actor, director, docente y delicado cantor de tangos, Marcelo me enseñó todo lo que sé de teatro, además de contagiarme su rotundo sentido de la ética y de la amistad. Me honra presumir de que soy su discípulo. Bajo su tutela vinieron obras, algunos premios y alguna que otra publicación, pero sólo como consecuencias inevitables de su influencia. Luego vino esta especie de segunda madurez de la escritura en soledad, de la dirección escénica, de mis propios alumnos y de mi turno de tratar de encaminar vocaciones descarriadas. En eso ando.
Escritura.
«Creo que hablar de la propia poética sólo es posible haciendo un poco de retrospectiva. Todos los dramaturgos sabemos que lo que verdaderamente nos desnuda es aquello que hemos escrito, más allá de las intenciones y discursos. Recorriendo esas viejas fotos de lo que he escrito, puedo encontrar algunos temas que se repiten tenazmente, a veces obsesivamente. Aparece la vejez (como en Las viejas del 5º); aparece la tragedia del genocidio de toda una generación a manos de una dictadura sangrienta (Negro); aparece la soledad entre multitudes, la alienación urbana (Sobre la inconveniencia de las tardes de sol); aparece la misteriosa condición femenina, sus luchas, sus padecimientos y sus contradicciones (Sobre la insensatez de algunas flores); aparecen las cuestiones de género, de identidad y de diversidad en sus sentidos más amplios (Otra vez, no); y aparece donde quiera el cinismo y el humor, seguramente como defensa frente a tanto viaje al lado oscuro. Cada obra citada es un mero ejemplo ya que todo, o casi todo, está en todas. Y si es verdadera esa sentencia de que uno siempre escribe sobre lo mismo, probablemente el futuro me encuentre acompañado de esos mismos fantasmas.» (Fernando Campaña).
«I think it’s only possible to talk somewhat retrospectively about my own poetry. All playwrights know that we are only ever truly exposed by our own works, beyond intentions and discourses. Looking back over old photographs of the pieces that I have written, I could find some topics that are tenaciously repeated, sometimes obsessively. Old age appears in several plays (such as “Las viejas del 5o”), as does the tragedy of a genocide of an entire generation at the hands of a bloodthirsty dictator (“Negro”). My pieces also talk of solitude among multitudes and urban isolation (“Sobre la inconvivencia de las tardes de sol”); the mysterious female condition and their struggles, sufferings and contradictions (“Sobre la insensatez de algunas flores”) and questions of gender, identity and diversity in their broadest senses (“Otra vez, no”). Cynicism and humour appear wherever they want, probably as a defence mechanism against my frequent journeys to ‘the dark side’. Each piece mentioned serve purely as examples, as all of these themes - or almost all of them - are found in all of my works. And if it’s true that one always writes about the same things, my future will probably be haunted by these same ghosts.» (Fernando Campaña).