Lester Young, el saxofonista inventor del cool jazz, gasta su última noche en el club Blue Note de París, buscando dinero para volver a casa.
Notas. / Notes on the piece.
Por años enteros Lester Young vivió casi sin interrupción en estado de ebriedad, compartimos sus últimos momentos en el club Blue Note, antes de volver a su país, para descansar para siempre. Monólogo dramático escrito en forma de 10 canciones.
En clase de ciencias naturales nos enseñaban que los seres vivos “nacen,crecen, se reproducen y mueren”. Veamos si este autor cumple con todos estos requisitos. 1. Nació de culo en el hospital materno infantil. Ya en los setenta las madres dejaron de dar a luz en sus casas y abrazaron los beneficios de la epidural. 2. Creció bastante, hasta alcanzar los ciento noventa y tres centímetros. Como de jovencito la cara se le pobló de granos comenzó a escribir y a leer toda ejemplar de Escélicer que caía en sus manos. Medio estudió psicología, pero la abandonó para convertirse en un teatrero de los de antes. Ha sido actor, director, empresario ruinoso y, por supuesto, autor premiado y representado. Sigue paseando su pluma -la de escritor, no la de loca noctámbula- por cualquier empresa donde la requieran a cambio de un jornal. 3. Aún no ha sido padre -creo que se le ha pasado el arroz-, aunque sí es padrino, de los que regalan chucherías y bicicletas, no de los que mandan arrasar el barrio de la familia rival. 4. Aún no ha muerto, pero tened paciencia que todo llega.
Escritura. / Style.
«Entre los dos grandes géneros clásicos (comedia/tragedia) me suelo decantar por la comedia; desde ella puedo tratar multitud de temas y danzar por entre las bambalinas con total libertad. Aunque con la edad, he de confesar, que he dejado de serle fiel a los seguidores de Aristófanes y he comenzado a flirtear con el lado oscuro y menos amable del teatro. Así he podido librarme del yugo de la risa, tan gozosa, pero al tiempo, tan esclava. No soy autor de grandes máximas, me fascinan la buenas estructuras, poner a trabajar al subconsciente al servicio de la obra y no olvidar el fin último del teatro: la representación. Siento el texto como algo vivo, como unas instrucciones, como una carta de navegación para arribar al puerto correcto. Pueden resonar dos grandes temas en casi toda mi obra: la soledad y crueldad. Trato de usar un lenguaje coloquial, fresco y versátil; que llegue al público con facilidad. Y en ello ando...» (Javier Berger).