Por muy valientes que sean o se crean, siempre hay algo que asusta a los perros. El descampado es muy traicionero. Nunca sabes lo que te vas a encontrar, lo que te va a salir por un matorral o qué hay en el coche que allí hay aparcado. Imposible resguardarse, ser precavido. Da igual. Crudo ingente es la historia de un grito desesperado. Robo con intimidación del corazón de alguien desposeído. Perros dando vueltas en el lugar más recóndito e inhóspito que jamás haya existido. Un lugar sobrecogedor, donde se huele el rastro dejado por alguien en su camino hacia el infierno.
Notas.
Es la historia de una amenaza que paradójicamente se convierte en salvación. Una chica y un chico abocados a machacarse desafían su destino y se salvan mutuamente. Nadie más los iba a salvar, y parecen comprenderlo, ninguno de nosotros sabe que existen. Hace tiempo que les empujamos hacia las afueras con nuestras ínfulas de sociedad perfecta. Dos seres demasiado turbios para nuestras miradas acostumbradas al agua limpia y embotellada. Hay algo anquilosado desde hace tiempo en nuestra sociedad que únicamente puede ser despertado por el aliento y el ladrido de un perro vagabundo, un perro que solo busca a alguien que le acaricie de cuando en cuando. Buscan nuestros personajes el cariño dónde más difícil está. El más difícil todavía del amor. La montaña rusa. Sin red. Unos funambulistas sin red.
Otros datos.
Estreno: Festival Internacional de Teatre de carrer de Vila-real
Juan Montoro Lara pasó por la Escuela de Arte Dramático de Murcia y por el Aula de Teatro de la universidad de la misma ciudad. Por entonces no se le ocurría que podía expresar algo dentro del teatro más que desde la interpretación. La colaboración con pequeñas compañías acrecentó su amor por el teatro y se tradujo en un deseo de conocerlo en todas sus facetas. Unos años de encierro interior al final de la veintena le acercaron a la escritura. Tras esa travesía por el desierto entró en los treinta con muchas ganas de abrirse al mundo y expresar a través del teatro escrito. Participó en talleres con José Ramón Fernández, José Sanchis Sinisterra, José Manuel Mora, María Velasco y Paco Bezerra, entre otros. Desde entonces ha estrenado varias obras con distintas compañías: Nacho Vilar Producciones, Alquibla teatro, Apata teatro y Cía. Ferroviaria son algunas de ellas. En 2012 creó, junto al director de escena Joaquín Lisón y la performer Érika Trejo, el Laboratorio Escénico Los Menos. En la actualidad, su trabajo dramatúrgico se desarrolla en tres vertientes: teatro familiar, histórico y contemporáneo; en un sentido amplio y de juego de lenguajes.
Escritura.
«Aprehensión del mundo. Quiero que todo me interese, que todo me toque y me conmueva. Escuchar. Comunicar. El mayor ejercicio es acotar, definir, delimitar… Dejar algo de lado (todo lo demás), a alguien (el resto de la humanidad) para centrarte en algo. De acuerdo, hay algo de sufrimiento. Y cuando lo haya conseguido, cuando haya decidido qué sacrificar, que será la mayor parte del mundo, intentar que a nada de eso que se ha quedado fuera le sea ajeno aquello por lo que me he decantado. Y, que de alguna manera, aquello por lo que me haya decidido contenga todo lo demás.» (Juan Montoro Lara).
«Apprehension of the world. I want everything to interest me, touch me and move me. Listening. Communicating. The best exercise is to close off, define and set limits. To put everything (everything else) or someone (the rest of humanity) aside, which allows you to focus on something in particular. I agree, there’s a bit of suffering. And when I’ve achieved this, when I’ve decided what I am going to sacrifice and what the main focus of the storyline will be, I will try to make it so that nothing that has been left out is alien to that which I have opted for. In a certain way, that which I have decided upon also contains everything else.» (Juan Montoro Lara).