Óscar llega una tarde como cualquier otra a casa, después de haber vendido uno de sus seguros de vida. Se despoja de la gabardina y saluda a su mujer. Pero ella no le responde, enfadada por la discusión de la noche anterior. O eso es lo que él cree. Poco a poco va descubriendo que en realidad no le ignora, sino que no puede verle, se ha vuelto invisible. En ese momento, deberá descubrir qué es lo que ha sucedido, recuperar su cuerpo y su... identidad.
Notas. / Notes on the piece.
La corriente es una historia sobre la identidad y la memoria, sobre cómo podemos llegar a alejarnos inexplicablemente de quien un día fuimos. Para ello, se entremezclan diferentes géneros, con un planteamiento inicial cercano a la comedia que con el paso de los minutos (o las páginas) se va endureciendo y que deja paso además al territorio de lo fantástico.
Comencé mi carrera como dramaturgo en el año 2012. Ese año escribí mi primer texto dramático que tuve la fortuna de que fuera premiado y publicado. Desde entonces, he seguido escribiendo teatro con la asiduidad de las peores y mejores adicciones. Debido a que mi formación era en narrativa y guion, durante tiempo tuve la sensación de que cuando escribía teatro estaba adentrándome en una casa a la que no había sido invitado. Solo el paso de los años, las publicaciones y representaciones han conseguido mitigar, que no aplacar, esta sensación de impostura. Sigo trabajando en ello.
Escritura. / Style.
En mis obras suele haber exactamente lo contrario de lo que me propongo. Es como si una fuerza primigenia que emanara del propio texto lo llevara allá por donde desea al margen de mis intenciones. He escrito dramas disfrazados de comedia y comedias que solo se sustentaban en el andamiaje del drama. En mis obras más críticas hay una aparente sensación de superficialidad y en los textos más livianos el lector o espectador descubre al final que el lodo le llega por las rodillas. Esa tensión, esa contradicción, está en mi dramaturgia, la sensación perenne de tratar de escapar de mis obsesiones, de tratar de borrar mis propias huellas en cada nueva obra y terminar, casi siempre, en el mismo lugar en el que comencé porque acabo haciendo exactamente lo contrario de lo que me propongo... como en este texto.